ARRECIFE
Es hermoso viajar como un viajero,
o quizás mejor como un viajante
aunque uno se sienta a veces,
por los laberintos del ladrillo,
como un perro faldero amarrado
a la puerta de un supermercado.
Es hermoso ser viajado infatigable
navegado por un mar embrabatado
pisoteado por las olas bocabajo.
Es bello acervezarse por calles bonoloto
lentamente, como quien afila cormoranes,
zapatillear los rompeolas, cabizbajo,
desgañitarse con la boca bien cerrada
entre masas de sedentes cerilleras,
o beberse, gemelo en los espejos,
cajitas de humo compacto y azulado.
Es hermoso hermosearse al viento,
fornicar con todas las viandantes
tras hojearlas como un libro de arte,
enfilar los ojos más dichosos
con una canilla de cabello cano
y hacerse un collar blando y lloroso.
Es tan dichoso el corazón andando
por los muelles, las radas, los arriates,
a esa hora en que barcas y chinchorros
bailan lentitamente ante el sol negro
que rueda por los fondos marinos
entre calamares y buzos oxidados.
Es muy agradante viajar sin ir al cine,
recorrer impertinente los vastos decorados
que dios padre y señor nuestro ha puesto
para emparedar a la mujer de las mujeres.
(1994)