Fui nacido en Zaragoza (a alguien le tenía que tocar) el 16 de julio de 1960, sábado y día del Carmen, en la clínica San Juan de Dios, hoy dedicada casi enteramente a terminales y paliativos (¡glup!). En esa foto encima, que parece sacada de un álbum de la Francia ocupada, estoy yo, si bien a veces me cuesta un rato encontrarme, aunque al final lo consigo (última fila, tercero por la izda). Posábamos ahí, prietas las filas, en el Paseo de la Mina, en el patio del colegio viejo de los Hermanos del Sagrado Corazón, no todos ellos exclusivamente centrados en ese importante órgano del cuerpo. Además, algunos sacudían de lo lindo. Eran otros tiempos, más inclementes, en los que los niños llevaban el apostolado ajeno indeleblemente impreso en las mejillas. Mi marcha en 1974/5 al Instituto Goya fue, por lo tanto una bendición difícil de imaginar, y guardo de ese centro público un recuerdo imborrable, sobre todo de sus profesores, en especial de don Carlos Albiñana, de francés, don J.M. Alda, de literatura española (que había conocido a Miguel Hernández), doña Eulalia Rodón Binué, espléndida latinista y personalidad catalana arrolladora, y don Serafín Agud (tío de la filóloga Ana Agud y hermano del euskerólogo y helenista Manuel Agud), un rosarino hijo de exiliados que nos hizo amar con pasión la lengua griega, hasta entonces una maría engorrosa impartida a regañadientes por ignaros. Una combinación tal de profesores brillantes dudo que se haya dado en ningún otro IES español, del ahí el "don". ¡Suerte haber estado allí y grata memoria la de todos ellos!