Órdenes de arresto de la Corte Penal Internacional
Publicado el 24 de noviembre de 2024, 8:20
Por fin llega, cuando ya casi todos habíamos desesperado de esperarla, la orden de arresto de la Corte Penal Internacional contra los dos dirigentes más significados del Estado hebreo en sus afanes destructivos, más uno palestino, que ni siquiera parece habitar el mundo de los vivos (Muhammad Deif, es todo lo que han podido encontrar, porque Israel le ha ahorrado trabajo a la CPI eliminándolos a todos, uno a uno, en sus operaciones mal llamadas quirúrgicas, que, puestos a calificar, más se parecerían a una trepanación faraónica que a la fina cirugía de la máquina Da Vinci). El País publica una foto, la que se reproduce al pie de estas líneas, que habla por sí sola, no solo de la catadura de los individuos (la foto es despiadada), sino también de la sima que se abierto entre ambos, que ahora, es de suponer, se habrá hecho una falla insondable. "Tú y tus guerritas", que dijo un político a otro por estos pagos nuestros.
La orden es una buena noticia y una mala, al tiempo. Llega tras meses de manejos, cambios de presidente, rumores de presiones tectónicas ejercidas sin piedad sobre el fiscal Khan y los jueces (y las presiones de los que cortan el bacalao pueden ser insoportables, que se lo pregunten si no al juez Goldstone), precisamente por algunos Estados que siguen sin adherirse al Estatuto de Roma, mucho menos ahora. Si la orden contra Putin llegó en tres semanas, aquí ha tardado más o menos cinco meses, lo que da una idea del navajeo entre bambalinas, que es últimamente el marchamo de esta descafeinada democracia en la que vivimos, en la que nos llega el ruido de las voces pero no las voces. Pero ahí está la orden y es un pequeño triunfo del derecho internacional, que hay que celebrar.
Nadie niega a estos señores la presunción de inocencia, pero la CPI entiende que cabe escucharlos en un juicio contradictorio, con todas las garantías de la ley, que en su caso serán, serían, muchas. Para Israel es una horrenda noticia, que produce incredulidad más que indignación: solo la denegación de la participación de Israel en Eurovisión sería más demoledora, se me ocurre. El Estado que hace protestas de baluarte del mundo libre y democrático en un mundo que considera tenebroso de islamistas y bárbaros, el Estado dotado de un ejército rebosante de moral, se encuentra de repente en la cola de la sopa de los Estados parias, que han sido objeto preferente de los desvelos de la CPI, todo hay que decirlo. Para Europa es un auténtico e incómodo dilema, preñado de riesgos, y cabe temer que algunos Estados (quizás Alemania, quizas UK, decidan desvincularse del Estatuto y dejar la CPI en la insignificancia, como templo abandonado al olvido, con sus dioses, ya declarados arqueológicos y paganos, de la Justicia y el Derecho, internacional en este caso (ahora se pueblan de otros dioses: la geometría variable, los algoritmos, tan fácilmente tuneables, el clickbait, etc.) Sería un triunfo pírrico para la CPI, tras tanto esfuerzo. El silencio de la prensa mainstream, que ha barrido la noticia hacia las páginas interiores de sus gacetas, es un inequívoco signo de la inmensa incomodidad que estas órdenes vienen a causar en el Occidente Colectivo, tanto como el enjuage con el que se dio fin a la larga persecución de Julian Assange. Para la Unión Europea es también todo un embarrassment. Frente a la inacción de Bruselas, he aquí un pequeño acto afirmativo de un órgano que no se ha dejado amilanar, aunque sea por prurito y por ver cualquier otra posible salida teñida de más deshonra que alivio. Ojalá que la CPI no acabe en esa zona gris de irrelevancia en la que van entrando muchas organizaciones internacionales, muertos que andan y que esperan sin desesperar que venga alguien con visión y arrestos y sople en su nariz el shemat hayim, el aliento de vida, que los hebreos del Génesis nos dijeron que insufló Yahveh al primer hombre, hecho de barro. Los milagros ocurren, a veces.
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